Miel 100 % artesanal cruda y pura

 Nuestros enjambres están ubicados principalmente en Campillo de Dueñas, a la falda de la Sierra de Caldereros, un paraje declarado Monumento Natural en 2005 y situado cerca del Parque Natural del Alto Tajo (Guadalajara). Aunque en sus orígenes, hace más de 150 años, se trataba de una producción de miel para el consumo exclusivo de la familia, en los últimos años hemos ido ampliando el número de colmenas con el objetivo de ir aumentando la producción y poder comercializar parte de ella, de una forma aún muy selecta.

Además de la miel, las abejas suministraban otro elemento muy importante: La cera

Con ella se elaboraban las velas que permitían iluminar las casas y la iglesia, antes de la llegada al pueblo de la electricidad.

La tradición

Apícola en Campillo ha dejado múltiples muestras de esta práctica en muchos hogares y parajes de la zona. Utensilios como ahumadores, espátulas, extractores de madera, caretas artesanales para protegerse de las picaduras durante la cata (recolecta), así como las características construcciones de piedra para abejas -conocidas popularmente como hornos-, son sólo algunos vestigios de la apicultura en nuestro pueblo.

La práctica

De la apicultura en Campillo se llevaba principalmente a cabo en los hornos. Estos eran unas construcciones de piedra, generalmente aisladas y orientadas al este para aprovechar al máximo las horas de sol. En ellos se alojaban entre 10 y 30 colonias. Cada colmena ocupaba un nicho de obra, cerrado con una puerta de madera que permitía la manipulación del apiario desde dentro de la caseta.

Este sistema era muy eficaz para proteger las colonias de abejas de las inclemencias del tiempo extremo de esta zona. Los hornos les ayudaban a soportar las rigurosas heladas y los calurosos veranos. Además, los árboles plantados al lado de estas construcciones de piedra les daban sombra y protegían del aire.

El, apicultor revisa regularmente el horno, y a mediados de verano cata las brescas repletas de miel,y deja reservas de miel suficientes en la colmena. Con el despoblamiento rural, la llegada de enfermedades (varroa, loque europea, nosema ceranae, etc..), y alergias más fuertes a sus picaduras, las gentes fueron perdiendo esta actividad y los hornos quedaron en desuso hundiéndose la mayoría de ellos, aún quedan algunos bien conservados en valdemaria y en el bermejal.

El apicultor se preocupa de introducir el enjambre en el interior y el resto de la obra va a cuenta de las abejas , que con su propia cera fabrican las brescas suspendidas del techo de cada nicho, donde la reina pone sus huevos , que son cuidados por las obreras y llenan de miel si las flores y el vigor de la colonia son suficientes.

En la actualidad se está intentando recuperar la apicultura en la zona con colmenas de cuadros móviles.